No ha empezado oficialmente la campaña a la presidencia del 2026 y al interior del Centro Democrático habría roces y celos, por lo que podría pasar.
Las alarmas las prendió Abelardo De la Espriella al reconocer que el Centro Democrático no tiene candidatos de peso y por ello era urgente meter a Uribe en el tarjetón como fórmula vice presidencial.
Sea de paso señalar que esa opción es riesgosa porque la reelección está prohibida y el vicepresidente tiene las mismas condiciones que el presidente según el Artículo 204 de la Carta Política. Lo perseguiría la inhabilidad.
El ambiente se calentó en el CD porque Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Paola Holguín, Miguel Turbay y Andrés Guerra Hoyos, entre otros, querrían el aval, pero ninguno aún despunta con fuerza para la pelea que requiere el 2026. Y hasta se dijo que Vicky Dávila (quien no pertenece al CD) tiene más protagonismo hoy en día para atraer las fuerzas uribistas.
De hecho, el senador Andrés Guerra Hoyos habría “botado el chupo” en el chat de los congresistas del CD al anunciar que dejaría de ser vocero de la bancada porque no aguantaba más “manoseo”. Quisiéramos saber a qué se refería, aunque él es más bien caprichoso cuando no le copian. Así lo hizo cuando Iván Duque era presidente y no le dio cargo importante.
Uribe Vélez no ha confirmado si le suena lo de vice presidencia, y los precandidatos que no se pongan a comerle cuento porque el feliz diciéndoles a todos que sí y luego es capaz de negarlos como Judas. O sino que lo diga Liliana Rendón Roldan y otros que le han comido cuento.
En política hasta con el aval del partido el candidato puede estar en el lugar equivocado. Como le pasó a Humberto de la Calle cuando César Gaviria Trujillo se fue con Iván Duque, o cuando el Partido Conservador en Antioquia se fue con Aníbal Gaviria para gobernación dejando solo a Juan Camilo Restrepo Gómez.
Tal vez por eso Federico Gutiérrez Zuluaga ha hecho sus últimas campañas como independiente para que no lo enreden con falsos apoyos.