El alcalde de Itagüí, Diego Torres, ha sido tal vez de los candidatos más carismáticos y sencillos en campaña. Sin embargo, parece que el poder hizo lo suyo, y no “habría con qué cogerlo”, dicen en voz baja concejales de coalición.

En el Concejo hay 15 concejales, de los cuales 13 hacen parte de la coalición de Torres, lo que hace suponer que el mandatario goza de poder absoluto como para rendirles “pleitesía”.

Lo que se dice en corrillos de la corporación, es que poco o nada queda de ese candidato tropero, de calle, amante del rock de Soda Estéreo, de sonrisa amplia, quien comía buñuelo en cada esquina, y quien conquistó al senador conservador Carlos Andrés Trujillo para que le entregara su apoyo.

Concejales de coalición dicen en voz baja, que el alcalde no los atiende, que es displicente y que está muy sobrado al señalar que les ganó a las maquinarias de León Mario Bedoya y a las demandas en su contra durante campaña y después.

Dicen que, si deseas conocer a una persona dale poder y fama, para que salga ese yo. El yo interno que fluye cuando le dan oportunidad de sacar lo bueno, lo regular o lo malo.

No sabemos por qué la molestia de los concejales. Y si en realidad el alcalde cambió. Ojalá que no. Lo cierto es que en campaña tuvo una excelente relación con la gente y los medios de comunicación. Hasta el punto de construir un movimiento de coalición robusto que llenaba auditorios tan grandes como el de la Mayorista.

Jocosamente dicen que es posible que se haya reunido con el gobernador Andrés Julián Rendón para que le contagiara algo de esa arrogancia (que le sobra a montones) luego que el diputado Jaime Alonso Cano, de Conservadores de Itagüí, repentinamente terminara apoyando la iniciativa de la sobretasa de seguridad.

Faltan tres años de gobierno, y es posible que el alcalde ande estresado. Dejemos el beneficio de la duda por ahora.