Por Juan Carlos Hurtado Ochoa
Los periodistas que no se comprometen (más relacionistas públicos que otra cosa) son felices citando a Ryzard Kapuscinki quien decía que para ser buen periodista había que ser buena persona, lo cual no es del todo cierto, porque conozco a malas personas, y excelentes en su oficio. También decía, y de eso los tibios no hablan, que para ser buen periodista había que preguntar lo impreguntable, incomodar, si se quiere; en busca de la verdad. No un parlante del establecimiento.
Así, quienes conocimos al colega César Pérez Berrío, lo recordaremos. Quien supo combinar las dos premisas de Kapuscinki: decente y buena persona, pero capaz de cuestionar y hacer preguntas incómodas. Como lo hizo en 1986 cuando ocasionó que el barón electoral de la época y gobernador de Antioquia, Bernardo Guerra Serna, presentara su renuncia.
La hipótesis que se manejó en aquella época fue que periodista y político se encontraron en el restaurante Los Recuerdos y allí el gobernador bastante pasado de copas lo habría amenazado en lenguaje cifrado por sus publicaciones. Pérez Berrío publicó en su columna del periódico El Colombiano lo sucedido y Guerra Serna no tuvo de otra que presentar su renuncia ante el presidente Virgilio Barco.
Pérez Berrío era un periodista muy leído en esa época. Su columna política en el periódico El Colombiano incidió mucho en la opinión regional. Luego se dedicó a la radio. Hace 21 años lo conocimos en Todelar. En esa época los programas políticos más escuchados eran En Tertulia (de César Pérez Berrío); Radio Periódico Clarín; y Carvalho y La Política, del colega fallecido hace algunos años Jorge Cavalho Betancur, con quien tuvimos la oportunidad de trabajar. El colega Javier Velásquez Yépez también hacía lo suyo pero en otras emisoras.
El colega Pérez Berrío tenía una particularidad y era que te decía la verdad con buen tono, nunca en ofensa, y así manejaba la información. Te podía hacer una crítica muy fuerte, pero con música.
Asistió a muchos sepelios de colegas, políticos, y dirigentes. Era el primero en esos eventos tan complejos. Hoy es él, quien se despide, luego de padecer una penosa enfermedad. Confieso que nunca lo ví enfermo, salvo en los últimos dos años que su salud empezó a decaer. Pensé que llegaría a los 100 años. Pero quien manda es el de arriba, y seguro lo llamó para que sigan En Tertulia, pero en el cielo.