Por estos días la frase común entre quienes estuvieron vinculados a la administración de Daniel Quintero Calle es: “nadie nos quiere dar trabajo en lo público”.
No estamos hablando de los directivos, quienes han tenido juego aún con el gobierno de Gustavo Petro y salieron al parecer con buen “flujo de caja”.
Se trata de quienes desempeñaron cargos desde el punto de vista técnico que ahora sienten que enviar hojas de vida y reseñar que trabajaron con Quintero es peor que estar reportado en las centrales de riesgo; deudas por alimentos, o antecedentes de mala conducta en lo público.
Ni si quiera quienes trabajaron con Luis Pérez Gutiérrez, Sergio Fajardo Valderrama, Alonso Salazar Jaramillo, y Aníbal Gaviria Correa, han sido tan estigmatizados.
Una profesional que laboró en un ente del Municipio (que no tuvo nada qué ver con el discurso de Quintero y pidió reserva) nos dijo que había trabajado en otras administraciones, y la anterior le ha hecho un daño tremendo que aún no supera 5 meses cesante y sin opciones cercanas.
Sabemos que cada mandatario llega con su “cuadrilla”, pero anteriormente muchas personas quedaban en sus cargos por buen desempeño. Sin embargo, ahora todo lo que huela a Quintero Calle cubre prácticamente a justos por pecadores.
Muchos dirán: “Ese es el riesgo de trabajar en lo público”. Pero no nos digamos mentiras, el empleo no está fácil y en la administración hay frentes que muchos desearían ocupar sin afanes políticos, más enfocados en adquirir experiencia y crecer.
Ojalá que para estos afectados, sin motivo, les aplique el perdón y olvido, o el borrón y cuenta nueva, como la iniciativa en centrales de riesgos.